sábado, 19 de enero de 2013

Te vi... Yo no buscaba a nadie y te vi.




Entraste a Ideas llevándote el mundo por delante. Así como sos vos. Fresca, arrolladora, acelerada, decidida, sensual y segura al andar.



Entraste y desde el mismísimo instante que pusiste un pie adentro… ya nada fue igual.


Te vi de casualidad.

Yo estaba en el hall, haciendo mi trabajo, produciendo a Mariano en las notas de pasillo, atento a las novedades del Bailando y a las incorporaciones del año y entre el mundo de gente que ese día pasaba por el edificio… apareciste vos.


Capturaste mi atención al instante.


No sé si fue tu belleza, tu luz, tu risa que se adueño del ambiente o si fue la mezcla de todo eso junto.

Yo ya sabía que eras hermosa, porque de hecho mil veces había reparado viendo fotos tuyas de campañas y mismo cuando saliste de Súper M, el comentario generalizado entre la raza masculina era “Por Dios que BOMBON”.


Y ya que estamos en tren de confesiones, admito que produciendo algunas secciones en programas viejos, había hecho todo para conseguirte, pero lamentablemente sin éxito. Hasta en un momento estuve a punto de lograr que fueras de invitada a las cámaras sorpresas del “El Calafate”… mirá si te tendría ganas que estaba dispuesto a llevarte al fin del mundo con tal de capturar unos días tu atención, pero después tuvimos que suspender porque te fuiste a no sé donde a hacer no se qué.


Esta vez me tomaste por sorpresa.  


Todavía no entiendo… cómo yo, no estaba al tanto que una de las participantes serías vos.


Si supieras las veces que había deseado contactarte sin éxito dándome por vencido, entenderías por qué quede sin reacción al verte entrar. Uno de mis más ocultos deseos se estaba por fin, haciendo realidad.


Paula Chaves....o Paulita (como se te conocía en el ambiente) estaba finalmente cruzándose en mi vida.


Quizás, la sorpresa venía a que ya hacía un tiempo que había dejado de soñar. No con vos, sino con todo. La vida me había sacudido un poco el último año, haciendo que me volviera mucho más introspectivo, reflexivo y hasta quizás algo melancólico. Estaba en esos momentos en los que uno no espera que cosas buenas le pasen… sino que simplemente te dedicas a surfear la ola como viene, para tratar de mantenerte a flote.


Pero volviendo al momento… entraste y te vi.


No me preguntes qué fue lo que pasó ni qué pudiste haber hecho, que aunque ni siquiera mi miraste, algo activaste dentro mío.


Desde el momento que supe, que te cruzaría en los pasillos y tendría la chance de acercarme a vos… de la nada, algo se puso en movimiento llenándome de energía. Era evidente que me estaban regalando una oportunidad y aunque no sabía cómo… no la iba a desaprovechar.


Para los que creemos en que aquellos que parten de esta tierra permanecen cuidándonos y guiándonos, ésta podría ser claramente una señal de que mi madre te había puesto en mi camino. Y especialmente para mí que necesitaba sentirla cerca y convencerme de que no la había perdido, era la prueba máxima de que ella estaba conmigo. Ahí. Presente.


Quedé paralizado no sólo ante la sorpresa, sino también por la emoción que me desató pensar en ello.


No recuerdo exactamente el tiempo que me llevó acercarme por primera vez a vos. Pero fueron días… semanas.


Mi timidez iba en aumento y todo lo que estuviera relacionado con vos, prefería verlo de lejos.


Admito que los primeros días me encargue de evitar hacerte notas y mucho más me preocupé por no tener que producir nada en relación a tu participación.


No fue un problema, porque por suerte nadie sabía lo que me provocabas, y como en Ideas, productores sobran… había quienes podían hacerlo a la perfección.


En esas primeras semanas me dedique a estudiarte. Era mucho más fácil jugarla de anónimo, sobre todo teniendo excusas laborales para indagar sobre vos sin que a nadie le llamara particularmente la atención.


Vos te manejabas independientemente por la vida y te mostrabas un poquito autosuficiente y desconfiada. Pero como enseguida armaste tu grupo de pertenencia, con el correr de los días comenzaste a relajarte, dejándote llevar por el alocado ritmo de nuestra particular productora.


Me ocupé de saber todo sobre vos. En qué andabas laboralmente… quienes eran tus amigos… como estaba compuesta tu familia… en qué momentos ensayabas y en dónde… y de lo que más me encargue fue de averiguar en qué andabas sentimentalmente.


Supe que acababas de terminar una relación algo larga y dolorosa de la que no habías salido muy entera.

Supe también que era bastante reciente y que quizás fuera eso lo que cada tanto opacaba tu ánimo y no te dejaba terminar de brillar. 


Descubrí que bailabas mucho mejor de lo que cualquiera hubiera esperado y que con cada vestuario y ritmo me encandilabas un poquito más.


Por esos días las cosas parecían empezar a fluir solas de tal manera que empezamos a tener gente en común aunque vos ni siquiera me registraras.


Una de tus grandes amigas era Zaira, a quien yo producía en su programa del sábado y otra de tus amigotas era Juana, quien salía con mi amigo Juampi. Y cuanto más averiguaba de vos más gente teníamos en común… gente que ambos queríamos mucho y desde hace tiempo, como María, que tanto me había acompañado durante la enfermedad de mi madre.


Parecía que finalmente las señales eran claras y que el universo me estaba intentando explicar que no eras tan inalcanzable como te percibí de entrada.


No sé en qué momento dejé de preocuparme por ocultar lo que me provocabas.


El primero en darse cuenta, por supuesto fue Mariano. Digo por supuesto porque a Mariano difícilmente se le escapa algo, y más si lo tiene frente a sus narices.


Él y yo estábamos todo el día juntos, y no le debe haber resultado demasiado esfuerzo descubrir eso que yo todavía no podía poner en palabras.


Marian: _ te gusta la flaca.


No me lo estaba preguntando, me lo estaba confirmando.


PP: _me encanta.


Marian: _jugatelá.


PP: _no me va a dar bola. Vos viste lo que es?


Marian: _no seas logi cabezón. Ponetelo como meta y lo vas a conseguir.


Mariano me lo pintaba como algo súper sencillo. Desde el momento que se avivó de lo que me pasaba, se puso a trabajar para mí. No sólo generando situaciones de acercamiento con excusas laborales, sino en hacerme un profundo apuntalamiento emocional, inflándome, llenándome de valor, aportándome confianza y desafiándome a conseguir lo que tanto quería: a vos.


Un poco cebado y dejándome llevar por todo lo que Marian me decía a diario, comencé a relajarme y tomar confianza.


Nos acercamos por primera vez con la excusa de hacerte alguna nota de pasillo. Esa fue la primera vez que vos y yo conectamos nuestras miradas directamente.


Quizás fue porque estaba escudado en el anonimato y en mi roll de productor, pero no te saqué los ojos de encima y vos, atrevida como sos, me lo sostuviste bastante. Casi puedo afirmar que me mirabas más a mí que a Mariano, que era quien te hacía la nota y te entrevistaba, cosa que me encantó y me ayudó a creermelá un poco.


En esos días también aprovechamos para llevarte a La Cocina de invitada junto a Sofía por primera vez.

Vos estabas histriónica como pocas veces te habíamos visto. Muchísimo más suelta y desinhibida de lo que habitualmente podíamos verte en el piso del Bailando mientras hacías tus tímidas previas con Marcelo.


Evidentemente el ámbito relajado del programa te sentaba mejor y te permitías jugar con Zaira y con Mariano, mostrando otro costado de “la Chaves”, el relajado.


Empecé a sospechar que eras más guarra de lo que te mostrabas en un principio... y que eso de "Princesa" era sólo un mote heredado de aquel programa que conducías junto a Jazmín, otra loca linda.


Y me gustaste aún más por eso. Que tuvieras tu lado rebelde, viniendo de donde venías, te hacía aún más sexy de lo que ya te consideraba.


Por aquellos días además comenzaste a soltar tu historia de a poco, preocupándote por mostrarte como una chica de barrio, sacudiéndote los dejos de glam y frivolidad que te habían quedado como saldo de tu relación anterior. Buscabas deshacerte de cualquier vínculo con el mundo del Polo y todo lo que pudiera llevar a él. Te preocupaste por bajarte del caballo, tanto figurativa como literalmente hablando.


Te mostraste familiera e hipersensible. Y no es que necesitara que me convencieras de más nada, pero saberte con la misma esencia, terminó de cautivarme.


Vos ni siquiera lo sabías y ya me tenías enteramente en tus manos.


Pero, en tren de ser sinceros, yo no estaba libre y eso me tenía atado. Mi relación estaba llegando a su ocaso… no por vos, sino porque ya había cumplido su ciclo y los dos estábamos tan acostumbrados a sostener que no innovábamos ni siquiera para ponerle punto final. Habíamos pasado a ser grandes amigos, quizás hasta un poco hermanos o buenos compañeros de rutina… pero amor, lo que yo soñaba que era amor, eso no era. 


Ella había estado para mí en mis momentos más oscuros, en la noche más cerrada, cuando creí que ya no habría más luz… y había acompañado pacientemente mis silencios, mis ausencias y mis desaires. Yo la quería, le debía mucho, había cuidado de mí… pero no la amaba y ella siempre lo supo.


Y quizás, saber que se conformaba con eso, me desanimaba aun más. 


Toda mi vida pelee contra la mediocridad. Primero y principalmente contra la mía y después contra la de quienes elegía para mi vida.


Mi gran desafío era demostrarme a mí mismo que yo daba para más. Que toda esa inconstancia y abulia que había padecido de pendejo y adolescente no tenía por qué acompañarme para el resto de mi vida. Quería sacarme esa mochila de encima… lo necesitaba. 


Y mi apática relación con ella, en vez de elevarme, me achataba contra el suelo.


Yo soñaba que el amor existía y me sentía un boludo sensible por añorar lo que no tenía. Soñaba con algún día vivir esas historias que se cuentan en canciones, en las que uno se saca el corazón ofrendándolo al ser amado.


Soñaba y confiaba que el amor llegaría, porque en el fondo sabía que era lo único capaz de rescatarme.

Y en medio de ese panorama, apareciste vos.


Yo podía jurar que lo que despertabas en mí era amor, aún sin que vos te enteraras de mi existencia. Yo ya había decidido que vos eras para mí y que serías tan mía como yo lo era tuyo.


Sin ningún indicio tuyo que me habilitara a hacerlo, comencé a elaborar un juego de tácticas y estrategias, que sin darte cuenta, comenzaste a jugar dando inicio a la conquista.


Mi primer gran cómplice fue Mariano. Ni siquiera tuve que pedírselo ya que él me conocía casi más que yo mismo. Todo el tiempo me decía que lo iba a lograr, y me llenaba de confianza con palabras, chistes y juegos que ocurrían a tus espaldas… cada vez que te cruzábamos y veíamos pasar. 


Tenía otros dos cómplices o secuaces que por ser amigos… ya me habían sacado la ficha, y aunque para ellos era más un juego de conquista, me mantenían informado de todos tus movimientos… ellos te producían en el Bailando, y tenían más que nadie el acceso a tu información. 


Llegó agosto y ”Un sol para los niños”. 


Cuando nos pidieron que fuéramos a trabajar y colaborar en el evento ni lo dudamos… 


Además de ayudar a la causa y ponernos a servicio del canal que era como nuestra casa, el evento había que cubrirlo porque estaba lleno de figuras, invitados y shows que había que aprovechar para hacer notas del back, los pasillos y mostrar la intimidad y el detrás de escena del gran evento solidario del año.


Vos, como figura del Bailando, por supuesto estabas invitada junto al elenco completo, y aunque no todos decían presente, vos nos sorprendiste yendo. 


En ese momento eras conocida más que nada por tu belleza y por algunas de tus relaciones anteriores, pero poco se conocía de quien eras realmente. 


En el evento te mostraste siempre en grupo entre amigas y colegas de Ideas. Pasaste desapercibida prácticamente para todos, excepto para mí.


Estábamos en un break junto al Negrito y Juampi cuando te vi venir hablando con Juana y Silvina. Juana se detuvo a cuchichear con mi amigo y a vos te vi pararte un poco más lejos mientras seguías hablando sin registrarnos. 


Te observe descaradamente. Estudié cada una de tus poses. Analicé tu lenguaje corporal y supe que estaban hablando de hombres. Silvina te hablaba y vos reías. Era ella quien te contaba algo y vos la escuchabas animadamente. Cada tanto interrumpías su relato y metías bocadillos a los que tu amiga asentía con énfasis. Si bien no podía escuchar con certeza el relato, me llegaban algunas palabras sueltas que me divertían.


Vos, al parecer, estabas indignada con alguien. Habías tenido una salida frustrada con algún plomo que se había puesto pesado. Silvina no paraba de reírse y no me dejaba escuchar que tan serio era o no el tipo para vos, pero estaba claro que vos no te mostrabas angustiada, sino mas bien fastidiada por la situación.


Juana volvió a acercarse a ustedes y después de un ratito de hablar cerca nuestro, empezaron a caminar para irse.


Fue ahí donde me di cuenta asombrado del único defecto que había logrado descubrirte… y sin poder controlar lo divertido que me resultaba finalmente encontrarte humana, fue que solté sin filtro:


PP: _ Paula sos chueca? 


Por la cara con que me miraste girando y deteniendo tu andar supe que había dicho algo que preferirías no haber escuchado…


Vos te pusiste roja de vergüenza aunque tus ojos indicaban algo de furia… acto seguido el que se puso rojo, violeta y fucsia fui yo.


No solo tenía tus ojos clavados en los míos reclamando una explicación o que me retractara sino que tenía a todos los que nos rodeaban… esperando lo mismo pero claro… todo el resto divertidos, menos vos.


Momento incómodo si los hay.


No podía creer haber sido tan tarado de que lo primero que escucharas de mi boca fuera eso. Estaba jodido. Intenté encontrar mentalmente alguna excusa que me permitiera zafar de lo que acaba de decir, pero no la hallé, por lo que me convencí de que lo mejor era tomarlo a gracia y sin saber cómo cancherié.


PP: _bueno, no me mires con odio… no podías ser TAN perfecta. – dije con una sonrisa para tratar de arreglarla y levantarte la autoestima que acaba de pisotear.


Pau: _hace 8 años que trabajo como modelo y nunca nadie se dio cuenta para que vos vengas a gritarlo así como así acá? – soltaste con tu mayor tono de indignación pero al mismo tiempo dejando traslucir algo de diversión por mi atrevimiento.


PP: _quizás es que nadie te observó con tanta atención como yo – te dije usando un tonito entre ganador y tierno para que te apiadaras de mí y no me odiaras a primera vista.


Pau: _que atrevido! Que caro te va a salir tu comentario… – me dijiste desafiante y diste por terminado el cruce, girando para llevarte a tus amigas hacia otro lado.


La suerte se había echado y la ruleta ya estaba girando… no quedaba alternativa, había que comenzar a jugar.


El resto de esa tarde nuestras miradas se cruzaron varias veces, pero ninguno de los dos dijo más nada. Vos te fuiste con tu grupo y yo te perdí de vista.


Cuando esa semana nos cruzamos en un pasillo de Ideas, fuiste vos quien vino directo a encararme, a recriminarme.


Pau: _quiero que sepas que ahora cada vez que entro a Ideas, todos me dicen “chueca” por tu culpa. Gracias!  - dijiste para iniciar nuestra primera conversación.


PP: _perdón. Te pido perdón. Se me escapó decirlo delante del resto… de todos modos no tiene nada de malo… relájate, puede ser tu seña particular… tu sello propio – dije intentado restarle importancia y sumar algún punto.


Pau: _ah no! Esto es muy fuerte – dijiste divertida – pensas convencerme de que ahora es una virtud tener un defecto?


PP: _depende como lo mires… los defectos te hacen más humana – dije intentando sonar seductor.


Pau: _el colmo! – dijiste alzando la voz algo exasperada – me estás diciendo que parezco un robot? Por qué no parezco humana? Soy tan fría?


Y ahí comprendí que tu alto nivel de sensibilidad venía acompañado de un altísimo nivel de inseguridad. Vos Paulita, la mujer más hermosamente perfecta para mí sobre la tierra, y con el más bajo nivel de autoestima que yo había visto alguna vez entre toda la gente del espectáculo que conocía. 


Y como no podía ser de otra manera… después de querer matarme por seguir embarrándola, caí en la cuenta que ya estaba perdidamente entregado a vos.


PP: _paráaaa – dije intentando relajar la tensión que había en vos – lo dije porque sos tan increíblemente perfecta que en algún punto está bueno encontrar algo que te convierta en humana. No seas perseguida – y te miré embobado. 


Pau: _Perseguida yo? – preguntaste ironizando – viene alguien que ni siquiera sé cómo se llama a decirme “Che Paula, sos chueca?” y ahora resulta que la perseguida soy yo? – dijiste algo divertida ya, descontracturando un poco.


PP: _Tenés razón. Muy poco caballero de mi parte – dije intentando mantener la compostura – me presento… Pedro Alfonso, productor de Ideas, encantado – y te extendí la mano en forma de presentación.

Me la tomaste divertida y con una media sonrisa y usando todo tu sarcasmo dijiste


Pau: _Paula Chaves, ex modelo, ahora chueca.


Y me tentaste haciéndome largar una carcajada que gracias a Dios acompañaste dándome a entender que todo era un juego. Un poco indignada estabas, pero era más lo que te gustaba del juego que lo que te podía enojar.


Desde ese momento, cada vez que nos cruzamos, intercambiamos bromas… vos seguiste atormentándome por mi atrevimiento y yo seguí molestándote con que no eras perfecta, a pesar de que cada día te consideraba un poco más perfecta… para mí.


Ambos comenzamos a desplegar peones, torres y alfiles en un ajedrez de conquista que me tenía confundido… yo no sabía si lo que buscabas era vengarte y ponerme en mi lugar por atrevido, o si realmente estabas invitándome a seducirte.


Por las dudas, me decidí a jugarme el todo por el todo, eso sí, lentamente, cautelosamente, prudentemente… porque si algo no quería, era que me tomaras en broma.


Viniste una vez más de invitada a La Cocina y aprovechaste el programa para desplegar tu artillería. Frente a cámaras volvías a mostrarte todo lo atrevida que luego en los pasillos convertías en timidez… fue ahí que sentí que me desafiabas comentando que iniciabas una búsqueda de candidato a novio… se ve que te sentías sola. 


Mariano, conociendo nuestras idas y vueltas, me acorraló al aire señalándome como tu candidato ideal… y vos redoblando la apuesta, me desafiaste a que la remara para intentar hacer que me perdonaras por haberme atrevido a dejar expuesta tu “leve inclinación del pie izquierdo hacia adentro”. A mi juego me llamaste. Si de remar se trataba… iba a ser el mejor remador.


No sé cómo ni por qué terminé cantándote al aire una canción de Montaner. Realmente no estaba en mis planes que eso sucediera… se ve que apabullado por la situación me dejé llevar, no suelo achicarme frente a los desafíos y realmente creo que por vivir rodeado de cámaras, no había reparado en observar que ahora el que estaba saliendo al aire era yo. Creo que si me detenía a pensarlo dos segundos… no lo hubiera hecho. Pero gracias a vos, no pude detenerme a pensar… como cada vez que te tenía delante.


Luego de cantarte y verte mirarme del modo en que lo hiciste, quede hipnotizado. Ya no tenía escapatoria, debía conquistarte o morir en el intento.


Ese programa trajo una repercusión que no esperaba. Por un lado me obligó a definir mi situación sentimental con quien había sido mi novia en los últimos 2 años… y por otro lado nos obligó a vos y a mí a entrar en un juego mediático que sólo pensé en aprovechar, para acercarme a vos.


Se ve que esas chispas que aparecían entre los dos cada vez que nos mirábamos o intercambiábamos diálogo, no sólo producía efecto en nosotros, sino también en quienes nos veían… y sin tener noción de los que estábamos despertando, nuestra atracción por el otro, se convirtió en la atracción del público.


Convencerte de que lo que me producías era en serio, me llevó mucho más tiempo del que había calculado. Nunca había contemplado la posibilidad de que fueras una chica fácil, pero tampoco se me ocurrió pensar que fueras tan desconfiada y chapada a la antigua.


Tus juegos de conquista desplegaban al 100% tu histeria, la cual no era otra cosa, que el resultado de haberte entregado al amor, y haber sufrido varias veces. 


Te mostrabas como una mujer fatal, atrevida, desenvuelta, desafiante… y al mismo tiempo una nena tímida, desconfiada, temerosa a sufrir… esa combinación perfecta de muñeca brava y naif era la que me tenía perdidamente enceguecido de amor por vos.


La apuesta se fue haciendo cada vez más fuerte y nuestra exposición fue in-frenable. Ahora el país entero reclamaba que te conquistara y mas allá de quererte para mí, debía salvar mi orgullo. O quedaba como un tarado (que se había jugado los huevos en la cancha) o me convertía en el tipo con más suerte del país. Obviamente aposté a lo segundo.


Me convertí en tu compañero de bromas, luego en tu amigo contenedor, en tu oreja para descargarte, en tu hombro para llorar, en ese abrazo que siempre buscabas, en las palabras que querías escuchar, en malcriarte con detalles y guiños que sólo nosotros conocíamos, en devolverte la confianza y en ese que estaba dispuesto a lo que fuera, para lograr tu amor. 


De a poco te fuiste acercando, me permitiste entrar, me abriste tus emociones y te dejaste conocer. Te convenciste de que “algo” realmente pasaba y empezaste a ceder.


Yo avanzaba despacio para no tener que retroceder. Vos te mostrabas como los caballos mañeros, esos que apenas te acercas hociquean y caminan hacia atrás con desconfianza. Tan lastimada te habían dejado? 


Me prometí, sin que supieras vos, cuidarte siempre, curar cada una de tus heridas llenándote de amor y devolviéndote la confianza que nunca debiste haber perdido. Me comprometí a llenarte de certezas para que eliminaras cualquiera de tus dudas. Quería regalarte la historia de amor que vos te merecías… esas con final feliz que cuentan en las canciones. Esa que yo también quería vivir y que ya no imaginaba con nadie más que no fueras vos.


A cada uno de mis intentos por avanzar, vos respondías desafiándome a más. Jamás te mostraste dócil, más bien todo lo contrario. Yo entendía que las cámaras nos jugaban en contra quitándonos toda posibilidad de intimidad, por eso me relejé y esperé pacientemente el momento de atacar.


Ya hacía días que nuestras miradas pedían a gritos que nos encontráramos en un beso. Pero nunca se daba el momento. Vos no aflojabas y yo no me iba a jugar a perder la oportunidad, ganándome una cachetada como respuesta a mi intento.


Esperé y esperé y esperé a que fueras vos la que no pudieras aguantar más la necesidad de besarme. Hasta ver en tus ojos una señal que me habilitara. Hasta verte perdida y entregada dándome muestras de que ya eras mía.


Y ese día llegó, y las señales aparecieron, y para vos ya no existía nada alrededor que no fuera yo, y nuestra burbuja ya estaba creada… y nuestra historia ya podía empezar a escribirse.


En medio de un programa delirado de La Cocina, lleno de invitados disfrazados haciendo payasadas… luego de una guerra de tortas en la que todos resultamos embadurnados con crema, vos sólo te concentrabas en nosotros dos. Yo te miraba sin creerlo. Llena de crema y sucia como estabas, no podías estar más hermosa ni perfecta. Tenías la emoción a flor de piel. Estabas luminosa y feliz. Finalmente estabas tan entregada a mí como yo a vos. Vos te preocupabas por limpiarme, por cuidarme, por atenderme… y yo me desvivía por prolongar este momento. 


Te miré a los ojos y tu mirada me confirmó lo que yo ya sentía. Esta vez ni tu timidez te iba a salvar. Eran más tus ganas de dejarte amar que las de seguir preservándote de poder sufrir. 


Te tomé de las manos y luego de la cintura… te llevé hasta el medio del estudio y vos me seguiste, sonriendo con complicidad, e invadiendo todo mi ser de infinita ternura. Me preguntaste al oído si estaba seguro de lo que iba a hacer, a lo que sólo respondí con una media sonrisa, nunca había estado más seguro en mi vida. Volviste a hablarme al oído para decirme que morías de vergüenza y esta vez no pude aguantar más… teníamos que superar ese momento… dejarnos llevar por completo. Me acerqué lentamente y no corriste tu cara. Nuestros labios se encontraron por primera vez en un beso dulce y tímido, cargado de amor… tan cargado de amor, que nos fundimos en un abrazo bailando lentamente al ritmo de una música que no existía y que solo nosotros dos oímos. Ambos sabíamos que de estar solos… nos hubiéramos partido la boca.


Por fin nuestra canción comenzaba a escribirse. Nuestra historia de amor ya tenía un comienzo y estaba seguro, de que no tendría fin.




“Te vi... juntabas margaritas del mantel
Ya sé que te trate bastante mal,
no sé si eras un ángel o un rubí
O simplemente te vi.

Te vi, saliste entre la gente a saludar
Los astros se rieron otra vez, la llave de mandala se quebró
O simplemente te vi.

Todo lo que diga está de más,
las luces siempre encienden en el alma
y cuando me pierdo en la ciudad, vos ya sabés comprender
Es solo un rato, no más. Tendría que llorar o salir a matar.
Te vi, te vi, te vi... yo no buscaba nadie y te vi.

Te vi... fumabas unos chinos en Madrid
hay cosas que te ayudan a vivir
no hacías otra cosa que escribir
Y yo simplemente te vi.
Me fui... me voy, de vez en cuando a algún lugar
Ya sé. No te hace gracia este país...
Tenias un vestido y un amor... yo simplemente te vi.

Todo lo que diga está de más,
las luces siempre encienden en el alma
y cuando me pierdo en la ciudad,
vos ya sabés comprender. Es solo un rato, no más,
tendría que llorar o salir a matar...
Te vi, te vi, te vi... Yo no buscaba a nadie y te vi.”

Un vestido y un amor – Fito Paez

10 comentarios:

  1. que lindo!!! sabía que la tardanza en subirlo iba a tener sus frutos!! como me gusta que revivas todos estos momentos tan lindos de ellos, son tan reales, y con detalles re precisos! ya quiero el proximo jajaja estuviste pensando en algo ya? besos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajaj vos me matas!
      Primero GRACIAS! porque leerte entusiasmada por leer me entusisasma a mi mas para escribir...
      y segundo... algo hay en mente... quizas mañana comience a escribir uno nuevo ;)
      prometo mantenerte informada, pero no dar pistas! jajaja
      Gracias LU! besotee

      Eliminar
  2. Mmmmmmmmmm.... QUE AMOR!!!!!! Me encanto, me encnto, me encanto.....
    Ya te lo dije en otros comentarios y te lo repito, SOS GENIAL rellenando esos espacios en blanco de lo que no se vio de la mejor historia de amor de la historia... GRACIAS!!!! MIL GRACIAS PORQUE LO DISFRUTE UN MONTON Y LO VOY A RELEER....
    Segui escribiendo nena... hay MIL instancias de esta historia EPICA para que tomes y desarrolles... no puedo esperar para leer otro de tus proyectos :)
    Besos, @PatriciaSaat

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias a vos por ser tan fiel lectora!!! hay alguna idea dando vueltas... cuando menos lo esperen, algún otro Epi subirà al Blog...
      Besos!

      Eliminar
  3. que lindo,me encanto!!!sos una genia escribiendo!!!esperando ansiosa el siguiente corto...

    ResponderEliminar
  4. Increible lo tuyo,te comento tarde porque lo lei del celu...pase por el blog y aproveche a comentarte Luna.Me encantan como lo narras,lo que transmite cada una de tus historias :) posta gracias por compartirlas.Besos @CandiPauliter

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Candi!!!! me da mucha alegria que les guste lo que leen... es un placer y dan mas ganas de seguir! Mil mil gracias! Besooooosss

      Eliminar
  5. Por favor quiero otro episodio de lo que esta pasando actualmente en la vida de paula y pedro, escribis genial, me encanta que la realidad tenga un poco de ficcion! saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola! en estos dias ando complicada para escribir... pero pronto volvere! Tenganme paciencia...
      Gracias por leer y por tu comentario ;)

      Eliminar