jueves, 20 de junio de 2013

Crónica de un final anunciado - 4ta parte "Des-Tiempos"



PP: Bueno… vas a venir o no? – pregunté impaciente y harto de tantas vueltas.

Pau: _Hablame bien Pedro, te acabo de decir que seguramente que si.

PP: _”seguramente” no es si. Necesito saberlo para arreglar y producir lo del video que venias a grabar y todo lo demás – dije ya perdiendo la paciencia y queriendo cortar la conversación telefónica.

Pau: bueno si – respondió agresiva - mañana estoy ahí. Le digo a mi papá que me lleve así que por la lancha no te preocupes.

PP: _para qué venís con tu papá, no te vas a quedar? – pregunté algo indignado.

Las idas y vueltas de Paula en esa última semana habían crispado mi paciencia. Estaba particularmente irritable y no lográbamos ponernos de acuerdo. Sentía que ya había hecho todo lo que estaba a mi alcance para intentar satisfacerla y que las cosas funcionaran entre nosotros, pero cuanto más empeño ponía, más terminábamos chocando.

Pau: _yo te dije que no creía que me quedara.

PP: _siempre me hablas en potencial, así que es muy difícil para mí interpretar lo que vas a hacer. Pensé que después de tantas invitaciones y de todo lo que hablamos, venías a quedarte, pero se ve que interpreté mal… otra vez – dije sarcástico.

Pau: _Pedro, siempre te dije que no me sentía cómoda quedándome – dijo quejosa.

PP: _y yo siempre te dije que eran excusas. Nadie te va a hacer nada acá, no sé que persecuta tenés con la isla. Igual, no pienso convencerte de nada a esta altura. Hace lo que quieras. – respondí resignado y cortando el tema.

Pau: _bueno mañana voy y pasamos todo el día juntos y lo hablamos.

PP: _ok. Avisame cuando salgan y le paso las instrucciones a tu viejo – dije dando por finalizado el tema.

Pau: _Voy a pedirle salir temprano, así aprovechamos bien el día. No te levantes muy tarde.

PP: _yo voy a estar acá esperándote- dije con tono de pocos amigos – avísame cuando estén en camino – Y corté la llamada.


Finalmente estaba logrando que Paula viniera a la isla pero nuestra relación estaba más tirante que nunca.  Estas no eran las circunstancias con las que fantaseaba cada vez que la invité a venir de visita. La producción le había ofrecido grabar un video para “vengarse” de mi video anterior y además nos habíamos comprometido a ensayar un truco de baile juntos, a lo que Paula se negaba con pánico.  Si venía únicamente por el día, no íbamos a tener tiempo para disfrutar nosotros solos. Y la verdad es que todo lo demás eran excusas para traerla… pero el motivo era que yo la extrañaba y quería tenerla conmigo, compartiendo mí espacio, no ocupada con boludeces de producción.

Todavía Paula no había venido y yo ya estaba de mal humor por el poco tiempo para nosotros.

Celeste me llamó temprano para avisarme que ya estaban saliendo. Finalmente venían en la lancha de Miguel,  junto a un camarógrafo para ir grabando el back. Pau traía a Moro y por un momento tuve la esperanza de que fuera para poder quedarse a dormir.

Todo le mal humor se me fue automáticamente supe que venía en camino. Verla me llenaba de alegría a pesar de que sabía que no estábamos en nuestro mejor momento.

Llegaron cerca del mediodía y después de pasarnos algunas facturas empezamos a divertirnos y disfrutar.

 Pau se quejaba que no la había recibido con bombos y platillos, y yo me divertía diciéndole que amagó tanto con venir o no venir, que me había sacado la inspiración y las ganas de sorprenderla porque mucho no confiaba en que fuera verdad. Y para ser honestos, así había sido. Tantas veces lo había planificado que al no concretarse, ya había perdido parte del entusiasmo.

Su visita alborotó el ritmo convencional de la isla. 

No sólo porque ella de por sí era un punto de atracción para los participantes, quienes querían hablar, preguntarle, intercambiar experiencias y pedirles consejos, sino porque teníamos que sumar todo lo de producción que habíamos armado para ese día, aprovechando su visita, y el vivo de Este es el show. Por lo tanto… todo era correr.

Cada vez que queríamos hablar o apartarnos solos, alguien de producción nos interrumpía porque había que salir al aire o preparar a Pau para el video… o aprovechar la hora de ensayo de los participantes con Bertuol. Las horas iban pasando y no habíamos estado solos ni 20 minutos.


Entre nosotros ya se notaba la tensión de todos esos desencuentros que arrastrábamos de las últimas semanas y encima le sumamos algunos enojos y celos del momento.

Cuando ya el clima no daba para más, la producción entendió que necesitábamos nuestro momento a solas y nos permitieron distanciarnos un rato prometiendo no interrumpir.

Nos alejamos con Pau hacia la orilla y nos sentamos frente al río, llevando a Moro con nosotros que no paraba de celebrar sentirse libre en medio de tanta naturaleza.

PP: _este perro necesita venir más seguido, mirá como corre acá. En tu casa es un opa que se la pasa durmiendo. Acá si parece un perro.

Pau: _Pobre Morito, ahora llega a casa y duerme tres días seguidos. Está consumiendo sus últimas energías.

PP: _podrían venir los dos a quedarse unos días. Mirá cómo lo disfruta.

Pau: _Peter ya hablamos mil veces de esto. Mirá lo que pasó hoy. Las cámaras nos siguieron a todos lados, si yo vengo lo que menos va a pasar es que estemos relajados.

PP: _eso es porque viniste sólo por unas horas, y todos se empeñaron en aprovecharlo a full… y vos quisiste hacer ese video vengándote de mí, en vez de aprovechar ese rato para que estemos juntos y tranquilos.

Pau: _me lo propusieron ustedes, no fue mi idea.

PP: _te lo propuse cuando se suponía que venías a quedarte y necesitaba más excusas para convencerte. No pensé que ibas a venir sólo por unas horas, sino, obviamente ni lo sugería.

Pau: _podemos intentar aprovechar el rato que queda y no discutir?

PP: _no quiero discutir, quiero que te quedes conmigo. – pucheree sabiendo que ya era en vano.

Pau: _ Pedro vine con mi papá y mañana tengo una campaña temprano, no voy a quedarme hoy. Vení vos el viernes.

PP: _no puedo creer lo caprichosa que sos.

Pau: _y vos? Cuántas veces te dije que no quería quedarme? Que no me sentía cómoda… además por más que me quede... – Pau interrumpió lo que iba a decir y cambió de tema – necesito ir al baño… no hay alguno por acá cerca sin que tenga que entrar a la casa?

PP: _Tenés que hacer lo primero o lo segundo? – dije divertido.

Pau: _ayyy Pedro! – dijo azorada – quiero hacer pis.

Me reí de su cara de espanto ante mi pregunta como si fuera un secreto de estado que ella hacía pis como cualquier ser humano.

PP: _entra al río Pau, estamos lejos de la casa y entre que vas y venís se hace de noche.

Pau: _que asco Peter, mirá si voy a hacer en el río.

PP: _me vas a decir que nunca hiciste en el río o en el mar? Ni vos te lo crees… - la vi sonrojarse y morí de risa.

Me levanté ayudándola a pararse y la fui guiando hasta la orilla.

PP: _dale entra, no está nada fría mirá – dije salpicándola con el pié-

Pau: _ Pedro la puta madre, me empapaste nene!  - y comenzó a correrme intentando salpicarme dando patadas al agua y levantando pequeñas lluvias con su pie.

Moro corría feliz persiguiéndonos a los dos. Nos esquivábamos con ágiles maniobras, hasta que logré agarrarla por la espalda y meterla de prepo al río cargándola como pude y obligándola a darse un chapuzón.

Pau: _ésta te juro que me la vas a pagar – dijo desafiante cuando sacó su cabeza de debajo del agua – me entró todo el río en los oídos Peter, sos muy bruto!

PP: _hace pis porque si no te voy a volver a zambullir – le dije desde lejos – y no te acerques hasta que hayas hecho que no quiero salir todo amarillo.

Pau: _que asco nene!

PP: _ dale “modelito que no hace pis”… apurate, hace y vení que quiero decirte un secreto – le dije divertido.

Pau caminó hacia mí con cara de curiosidad. Sabía que la palabra secreto era un imán para ella y su ansiedad.

Cuando la tuve cerca volví a agarrarla y antes de alzarla para sumergirla nuevamente le dije – estás peligrosamente sexy así toda mojada.

Pau: _vos no te quedás atrás, el pelito chorreando como recién salido de la ducha te vuelven muy tentador – dijo cerca de mi boca.

Nos besamos desenfrenadamente unos instantes, conscientes de que estábamos a la vista de todos…

PP: _quedate – rogué en su oído.

Pau: _basta Pedro. Hoy no. No te pongas pesado porque terminamos de mal humor los dos.

Y nos quedamos jugando por un rato en el agua, dilatando el momento de la despedida.

Antes de que se hiciera completamente de noche, Miguel avisó que se retiraban, porque no quería manejar en la oscuridad, y para evitar cualquier situación imprudente, accedí a dejarla partir, convencido de haber desaprovechado gran parte de ese día en tonterías, pero contento porque en 2 días la volvería a ver.

Esa semana la visité en su departamento y nuestro encuentro finalmente fue armonioso. Quizás el habernos podido ver en la semana, había bajado la tensión entre nosotros, permitiéndonos recobrar cierta paz.

Pero lamentablemente la paz duró poco. A los pocos días yo debí viajar a Salta y Paula a Paraguay.

Algunas situaciones confusas, llamadas no respondidas, desencuentros virtuales y la tecnología que no nos acompañaba, hicieron que otro cortocircuito se desatara entre nosotros.

Ninguno de los dos podía disimular más el fastidio que nos provocaba discutir continuamente. Ya ninguno manejaba la cortesía ni intentaba consensuar en pos de recobrar la armonía y el buen humor.

Estábamos desencontrados y en algún punto también desencantados. Las cosas entre nosotros no fluían como antes, y en nada nos parecíamos  al Pedro y Paula de los pasillos de Ideas y los comienzos de nuestra relación.

Estábamos belicosos y apagados. Irascibles y bastante intolerantes.

Hacía 4 días que programábamos encuentros que luego posponíamos con excusas tanto suyas como mías. Estábamos demorando juntarnos a hablar.

Ambos sentíamos que así no podíamos seguir, pero ponerlo en palabras dolía, y hasta de sólo pensarlo me sentía vacío.

Pau había llegado a mi vida devolviéndole el sentido y las ganas. Permitiéndome recuperar la confianza en mí y la alegría. Pensar que ella no fuera a formar parte de mis días me angustiaba demasiado y me negaba a pensar en eso.

Sentía que la amaba. Sentía que si no era con ella, no iba a poder ser feliz nunca más con nadie. Algo dentro de mí latía como nunca gracias a ella, y si Paula de golpe no estuviera más, estaba seguro que todo eso desaparecería.

Paula era mi motor, mi incentivo, mi motivación. Todos los desafíos que se presentaban valían la pena, para y por ella. Qué iba a hacer solo?

Todos en la isla me veían actuar errático. Yo estaba confundido y no podía disimularlo. Por un lado sentía que era la mujer de mi vida, y por otro me enojaba sentir que no éramos felices juntos.

Las discusiones telefónicas pasaron a ser demasiado habituales. Los malos tratos, o lo que era peor… el destrato. Todo giraba en torno a reclamos y ambos estábamos hartos de lo mismo.

No podía culparla por su fastidio porque yo estaba igual. Lo único que me dolía muy hondo, era sentir que yo la necesitaba para ser feliz, en cambio ella parecía no necesitarme para nada.

Sus respuestas de mujer autosuficiente y de chica independiente y liberal, me dejaban descolocado y ya no entendía que roll cumplía yo en su vida. Quizás como estrategia, o quizás siendo consciente de lo que hacía, me marcaba todo el tiempo una distancia que a mí me dejaba fuera de juego. Cada día se encargaba de remarcarme que no éramos novios, que nos estábamos conociendo, y que no estaba funcionando.

Yo la sentía más fría  y más lejos que al principio de nuestra relación. Como si lo del medio no hubiera pasado. Como si los 2 meses en los que prácticamente convivimos, no hubieran existido. Me mareaba su postura.

En parte entendía que podía ser una estrategia para cuidarse, para preservarse.

Desde que yo había entrado a la isla, ella me había remarcado que nuestra relación era sin rótulos… como si eso restara compromiso.  Quizás en su fantasía, si las cosas no funcionaban y nosotros no éramos “novios formales” nos sería más fácil, seguir de largo. A mí me parecía una reverenda pelotudes, porque con o sin rótulos, mi mundo giraba en torno a ella.

Todos a mí alrededor se creían con derecho a opinar y darme consejos que, por supuesto, yo no había pedido. A veces me bancaba sus monólogos por cortesía, ya que era eso, o volverme cien por ciento insociable encerrándome en mi pieza para hundirme en mis mambos.

De golpe todos creían que yo necesitaba estar libre, como si nuestra relación con Pau fuera una cárcel… nadie escuchaba cuando yo decía que la elegía, y que me sentía en total libertad, pero angustiado.

Cómo si la libertad fuera sinónimo de soltería o de felicidad. Pavadas, puras estupideces que no hacían más que ruido y basura en mi cabeza ya de por si confundida.

Pero la angustia nacía de toda esa incertidumbre y de mi cabeza que no paraba. Mi corazón iba para un lado, y mi razón me indicaba ir por otro. Y en el medio la confusión me inmovilizaba. Estaba como detenido en el tiempo. Como si la quietud fuera la solución, y no simplemente lo que antecede a la tormenta.

El Chato me veía mal y Mariano no paraba de intentar levantarme, pero a veces se extralimitaba creando situaciones que a los ojos de todos podían ser confusas. Reconozco que sus intenciones eran buenas, él pretendía hacer que yo me la crea un poco más, pero a cambio, el precio era muy caro, porque desembarazarme de esas situaciones no me resultaba sencillo.

Quizás en un arrebato de ilusión, accedí a que le propongan a Pau co-conducir La Cocina junto a Mariano y Sofía. Todos me aseguraban que de ese modo recuperaríamos esa magia que solíamos tener al trabajar juntos. Yo sabía que Paula no iba a acceder fácilmente y menos estando cómo estábamos.

Por un lado era verdad que si ella lo conducía, nos iba a dar una rutina e íbamos obligadamente a pasar más tiempo juntos, pero por otro lado, tenía clarísimo que Paula no quería mezclar más, nuestra relación con el trabajo.

El Chato se reunió con ella y sus representantes un miércoles en Ideas. Apenas la reunión terminó me envió un chat al BBM:

Pau: “Esta fue idea tuya?”

PP: “no, pero me encanta. Aceptaste?”

Pau: “sabes bien lo que pienso sobre trabajar juntos. Por qué me la hacen tan difícil?”

PP: “entonces no estás tan segura. Y vos también sabés bien lo que yo opino. Además La cocina te necesita. Desde que no está Zai y vos venís de vez en cuando, ya no es lo mismo. Chato sólo piensa en lo que es mejor para producción, él ve números. No importa lo que yo opine y sugiera. Ellos están convencidos que en La Cocina tenés que estar vos, y para tu carrera también sería una excelente oportunidad”

No quería que creyera que especulaban con explotarnos a nosotros como pareja y quería darle un marco más profesional. Conocía muy bien cómo funcionaba su cabeza, y sabía que lo único que la alejaba de aceptar, era tener que exponernos.

PP: “tratá de separar las cosas. Si yo no estuviera en La Cocina, aceptarías, no?”

Pau: “Pedro vos sos parte del programa, tu planteo es una estupidez”

PP: “Es un trabajo. Y para la producción es más importante que estés vos a que esté yo, así que de última, si lo que te asusta es eso, puedo pasar de nuevo detrás de cámaras y todos felices¨

Pau: “no seas ridículo Peter. Eso es improbable que pase. Además yo no voy a poner condiciones. No soy quién”

PP: “lo puedo pedir yo, si con eso estás más tranquila”

Pau: “No. No me siento cómoda con la propuesta. No funcionaría”

PP: “podés pensarlo al menos? Hablalo con tus representantes. Ellos van a saber aconsejarte. No seas impulsiva”

Pau: “quién habla de impulsivo? Él que cada vez que discutimos agarra sus cosas y se va”

PP: “pensé que hablábamos de trabajo. Veo que igual siempre me llueve algún palo”

Pau: “no seas tan susceptible Peter, fue un comentario nada más”

PP: “OK”

Pau: “que? Ya te enojaste? Pareces una minita, no se te puede decir nada”

Y después de leer eso preferí no responderle porque estaba de verdad muy caliente y podía ser muy hiriente.

Paula no paraba de provocarme y yo sabía que lo hacía para detonar esa charla que ya no daba para más dilatar.

Estaba enojado, triste, confundido, angustiado. Y ella parecía segura, autosuficiente, entera, decidida… acaso no sentía ya nada por mí?

Empecé a pensar que quizás Paula estuviera buscando la manera de decirme eso, de abrirse, de sacarme de encima, y que yo estaba tan cerrado que me negaba a entender que lo nuestro se estaba terminando.

Esa misma tarde Paula llegó a su casa y cómo cada vez que discutíamos, daba una nueva muestra de autosuficiencia, esta vez, a través de una webcam, en la que se mostraba divertida junto a su amiga Florencia.

Yo cada vez estaba más confundido. No quería exponerse, y en medio de una situación de mierda, me desafiaba con un llamado al aire, después de haber discutido por chat.

Esa especie de juego de histeria me desconcertaba. Por momentos estaba convencido que Paula se había cansado, y por momentos jugaba a provocarme como al principio. Quizás eran también sus intentos de reflotar aquello que habíamos perdido, las demostraciones de interés por el otro, el coquetearnos para ver hasta dónde aguantábamos.

Y una vez más yo volvía a entrar en el juego. Porque no había nada que quisiera más que volver a estar cómo antes. Recuperar la magia entre nosotros y que las mariposas en la panza despertaran del letargo.

Haciéndole caso al entusiasmo del momento, me dejé llevar por el optimismo y le propuse que nos viéramos el viernes. Necesitaba pasar tiempo con ella. Estar juntos. Sentirnos.

Nuevamente me bajo a la realidad, avisándome que el viernes no podía, que tenía que trabajar.

PP: _genial, el único rato que tenemos reservado para estar juntos y vos trabajas.

Pau: _No habíamos quedado en nada, además no soy adivina. Llevamos días discutiendo, no iba a dejar un desfile para quedarme a esperar si a vos se te ocurría o no venir.

PP:_ y no podrías haberme consultado antes de decir que si?

Pau: _y vos me consultás cada vez que te surge una presentación en el interior y te vas?

PP: _vos insististe en que tenía que aceptarlas, en que aprovechara a hacerlo. Ahora me lo hechas en cara?

Pau: _no te hecho nada en cara, pero entonces entendé que estamos en igualdad de condiciones. Yo no puedo desaprovechar trabajo.

PP: _tenés más propuestas que nunca, si es por vos trabajas todos los días. Así nunca vamos a coincidir.

Pau: _Pedro no es contra vos. Yo tampoco puedo desaprovecharlo. Me estás planteando una chiquilinada, vos mismo me advertiste que esto iba a ser una consecuencia del Bailando… - y siguió hablando pero con la voz quebrada de angustia - Ves lo que yo te digo? Nuestra relación nos está afectando a los dos. No podemos pasarnos todo el tiempo haciéndonos estos planteos, me hace mal – hizo una pausa y finalmente dijo aquello que no quería oír - No aguanto más.

Paula terminó de quebrarse y comenzó a llorar, cortando la llamada sin darme tiempo a reaccionar.

Todo se estaba yendo al carajo y yo sentía que mi mundo se derrumbaba.

Quería salir corriendo de la isla. Volver nadando si era necesario, pero salir de ahí.

No podía comprender cómo habíamos llegado a estar tan desencontrados, después de habernos amalgamado tan bien en el momento de conocernos.

La llamé pero no me atendió. Lo intenté mil veces más pero saltaba su contestador.

Le hablé por chat, pero tampoco conseguí respuesta y me di por vencido tarde en la madrugada, cuando ya la creí dormida.

Esa noche no pude cerrar los ojos. Las imágenes de toda nuestra historia se proyectaban en mi cabeza y mis recuerdos jugaban conmigo haciéndome pasar por todos los estados de ánimo.

Lloré un buen rato al comprender que  nuestra relación no estaba haciéndonos bien. Lloré de tristeza al darme cuenta que el amor no es suficiente y que por más que mi mundo girara en torno a ella, nos estábamos cayendo los dos.

Tenía que enfrentarlo. Iba a quedarme solo. Paula merecía ser feliz y yo no lo estaba logrando. Y terminé de darme cuenta cuánto de verdad la amaba, cuando decidí no estirarlo más, necesitaba dejarla libre para que ella fuera feliz, para que recuperara la alegría. Soltarla para que haga su camino, liberarla de mí.

Esa noche decidí que era momento de alejarme. Que había perdido. Que la había perdido.

Desde ese momento sólo intercambiamos un par de mensajes, donde Paula me confirmaba que había rechazado la propuesta del Chato, pero que el sábado iría, porque no había podido decirle que no también a la invitación.

No habíamos vuelto a hablar de nosotros, pero ni falta hacía… ambos sabíamos dónde estábamos parados.

Coincidimos que era mejor encontrarnos el sábado más temprano, para hablar tranquilos fuera del programa. Esa noche yo tenía una presentación, y si bien no quería hacerla, el negrito sabiendo cómo estaban las cosas, me había obligado a aceptar.

Salí de la isla en la primera lancha de la mañana. Hacía días que no dormía nada, y esa noche no había sido la excepción.

Llegué al departamento de Paula, apenas pasadas las 10. Bajó a abrirme y apenas conectamos nuestra mirada terminé de comprobar que ya todo estaba dicho, que ya no quedaban cartas por jugar.

Pau: _Hola – me saludó dejando un beso seco en mi mejilla que apenas fue un roce.

PP: _ Hola- respondí apagado, sin saber muy bien cómo actuar.

Pau: _subamos – señaló indicando el ascensor que aún mantenía la puerta abierta.

En el trayecto Pau se colocó delante mío dándome la espalda y ninguno emitió palabra. Yo la observaba con un nudo en la panza y un dolor en el pecho que se hacía a cada minuto más agudo. De golpe me encontré con la respiración entrecortada y fui consciente que no podía inspirar profundo, por lo mucho que me dolía hacerlo.

Me volvieron recuerdos de momentos tristes y tuve ganas de llorar. Pero no iba a hacerlo. No iba a empezar así. No iba a mostrarme tan quebrado delante suyo. Teníamos que mantener esa conversación, me gustara o no.

Paula me abrió paso para dejarme pasar antes que ella, y lejos de parecerme cortés, me hizo sentir ajeno, distante. Así estaban las cosas.

Paula dejó las llaves y se abrazó por lo hombros en señal de frío. Tenía cara de cansada y era muy probable que ella tampoco hubiera descansado bien estas noches. Algo la conocía y sabía que estaba angustiada.

Pau: _querés tomar algo? Desayunaste? – me preguntó rompiendo el silencio.

PP: _no, salí muy tempano. Vos?

Pau: _no desayuné. Me voy a hacer un té porque me duele la panza – e hizo una de sus muecas – querés un café con leche?

PP: _prefiero un té por favor.

Me miró comprensiva y se alejó hacia la cocina.

Pau: _sentate Pedro, yo ya vuelvo – dijo mientras la perdía de vista.

Estábamos en pleno verano, el calor era sofocante afuera y sin embargo, el aire que se respiraba estaba helado.

Tomé asiento y comencé a jugar con unas monedas que encontré en el bolsillo cuando me dispuse a buscar un cigarrillo. Agarré el atado y apenas lo saqué volví a guardarlo porque recordé todas las veces que Paula me había repetido lo mucho que detestaba el olor a humo en su casa y no quise provocar su mal humor innecesariamente. Me distraje con las monedas mientras ella volvía. Buscaba en mi cabeza cómo arrancar esa conversación y no encontraba la manera. Cómo iba a hacer para soltarla si hasta me sentía morir de solo pensarlo?

Pau: _azúcar o miel? – escuche que preguntó a lo lejos

PP: _como lo tomes vos. – y realmente me daba igual. Todo me daba lo mismo en ese momento. Todo menos ella.

Pau: _tomá – dijo ella acercándome la taza – le puse miel, necesitaba un poco de azúcar.

Y sonrió de costado mientras tomaba asiento en el sillón que estaba frente a mí.

Pau: _perdón, no te ofrecí nada para comer – dijo algo abochornada y queriendo levantarse de su sitio .

PP: _no te levantes, no quiero nada – dije apurado – no tengo hambre- rematé sincero.

Y otra vez volvimos a cruzar nuestras miradas cargadas de tristeza. Ninguno se animaba a comenzar a hablar. Ninguno rompía el silencio. Hasta que ella habló.

Pau: _Pedro yo… estuve pensando mucho. En realidad sigo pensando mucho. La cabeza no me da más. Yo no doy más. – dijo bajando la mirada hacia el piso y con la voz temblorosa – Sabés muy bien lo que siempre dije de los tiempos y va a ir en contra absolutamente de lo que te voy a decir ahora, pero es lo único que encuentro, la única salida que veo a esto. – se interrumpió para limpiarse la voz y las lágrimas que ya corrían por sus mejillas – Pedro necesito que nos tomemos un tiempo.

La escuche decirlo y cerré los ojos. Sentí como un silbido propio del mismo silencio se adueñaba de mis oídos y emitía una señal eléctrica a mi cerebro que me mantenía alerta, sin permitirme desconectarme de la realidad.

Pau: _yo... no puedo seguir así – dijo en medio del llanto – no nos estamos haciendo bien – trago saliva – vos tampoco te mereces esto. No arruinemos lo que tuvimos.

Y escucharla hablar en pasado fue la lanza que terminó de destruirme.

Tuve que pararme porque sentí que me caía por un agujero negro hasta el centro mismo de la tierra. Comencé a caminar en círculos, porque era tanta la tensión que sentía que de algún modo necesitaba descargar.

Pau: _Decime algo Pedro por favor- rogó llorando .

PP: _está bien – dije abatido. Fueron las únicas dos palabras que salieron de mi pecho antes de sentir como un nudo cerraba mi garganta.

Paula me miró desconcertada como si no hubiera comprendido mis palabras.

PP: _yo… - me interrumpí para poner en orden mis ideas – si vos necesitás eso, yo lo voy a respetar – dije para nada convencido de lo que estaba diciendo pero sentía que tenía que salir de ahí, que estaba a punto de estallar y no quería hacerlo frente a ella.

Paula quedó confundida y me miraba como intentando descifrar mi reacción.

PP: _yo tampoco soy partidario de los tiempos, pero bueno… veamos – dije poco convencido y arrepintiéndome en ese mismo momento de haberlo dicho.

La cara de Paula se transformó volviéndose rígida.

Pau: _si ni vos ni yo creemos en los tiempos, entonces no va a funcionar – dijo con tono determinado – creo que lo mejor entonces es que nos separemos.

PP: _Paula yo.. no quise decir eso – solté atragantado por las últimas palabras suyas – me expresé mal – dije intentando dar marcha atrás.

Pau: _ya está. Es mejor así – dijo con dolor – siempre dijimos que íbamos a cuidarnos y quizás separarnos a tiempo sea eso. Yo te quiero Pedro. Y te juro que me duele el alma estar así. Pero tampoco podíamos seguir como estábamos.

Y otra vez se refería a nosotros en pasado y volvía a destrozar mi corazón en mil millones de pedazos.

No pude decir nada. Sentía que no sólo había perdido una batalla sino la guerra entera y me habían dejado sin armas. O peor aún, sentía que me había rendido sin haber peleado lo suficiente y eso no me lo iba a perdonar nunca.

PP: _yo también te quiero Pau – fue lo único que me salió.

Pero en realidad no la quería, la amaba. Sin ella sentía que mi vida no tenía sentido, que moría lentamente con cada palabra que remitía a separación y distancia.

Comencé a temblar y me sentí ahogar, necesitaba salir de ahí. Necesitaba fumar, liberar la angustia, la tensión. Necesitaba gritar y llorar. Y necesitaba estar fuera de su vista cuando lo hiciera.

PP: _disculpame pero necesito fumar – dije aparentando tranquilidad y obligándome a hacer una mueca – el maldito vicio inoportuno. Podés abrirme? – y yo ya estaba parado frente a la puerta sin darle chance a que me dijera que no.

No podía permanecer un segundo más allí. Si me quedaba empezaría a rogarle que volviera conmigo, que lo intentáramos una vez más, que no me deje, que no se aleje… pero al mismo tiempo sabía que eso era lo que correspondía. Paula necesitaba paz, y yo, mal que me pese, también.

La vi levantarse y agarrar sus llaves, mirarme algo confundida.

Gracias a Dios no cuestionó mi decisión de irme y bajamos en completo silencio hasta la puerta de calle.

PP: _venís al piso, no? Te veo en un rato – dije como si nada pasara, aunque moría por dentro.

Pau: _sii…. Emmm sí, eso quedé pero quizás …

No la dejé terminar porque sabía que iba a querer abrirse.

PP: _siempre dijimos que no íbamos a mezclar las cosas. Va a estar todo bien. Nos vemos ahí.

Y le sonreí antes de alejarme sin poder siquiera acercarme a darle un beso. Si la rozaba no iba a poder despegarme y lo poco que quedaba entero de mí terminaría de romperse. Me alejé sin mirar atrás, caminando sin rumbo y apurando a encender ese cigarrillo que ilusamente creí que podría contener el mar de lágrimas en el que me ahogué.

hola hola hola... ya me detestan lo suficiente?
Bueno vamos a hacer que me odien un poquito más...
este podría ser el final de este bendito Epi... pero resulta que no.
Que me encariñe tanto con él que decidí hacerle un BonusTrack
así que si son buenos conmigo... quizás tengan premio. JAJAJAJAJA!

Regresen en un rato o mañana y van a poder ver más.
 

4 comentarios:

  1. hay que tiernis ♥ lo leo con toda la esperanza de que va a ser el ultimo y...ljadkadalkjdaldkjalksjdlakdjldkjadkladadadklajdad
    estoy llorando sabias??eso me provocan todos tus episodios!!
    escribis hermoso ♥ besulis

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. no llores Malena!!!!! que al final son felices y comen perdices ;)
      Gracias por tu comentario.
      y por tomarte el tiempo de leerme ;)

      Eliminar
  2. Me parece genial tu forma redactar, de contar una historia, pero en este Episodio me costo tannnnnnnto leerlo...... Todos sabemos como termino esta historia, y Peter conto que a los 3 o 4 dias se arreglaron de nuevo y estuvieron bien x 2 meses mas hasta que el 8 o 10 de abril se separaron x 2 meses (y si, soy obseciva con las fecha ajaja) con varias idas y venidas entre medio, pero oprime un poquito el corazon revivir esta parte ¿no? ... mas cuando vimos en LCDS cono estaban y, bueno, eso......
    Entonces, habra un BonusTrack??? buenisimo.... lo espero ;)
    Igual, gracias por escribir, es un placer leerte.........

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Anto, espero que te haya gustado ademas el BonusTrack :)
      que bueno que lo disfrutaras a pesar de ser de los mas tristes en su historia...
      besooo

      Eliminar